UN ENTRETENIDO PASEO POR LA HISTORIA

Historia es todo lo que existe y todo lo que ha existido. Hasta aquello que está por venir acabará convirtiéndose en ella también. Es la ciencia que contiene todas las demás, pues cualquiera de ellas forma parte de sus entrañas. Si somos flexibles en cuanto a nuestro estudio de fechas y nombres, y nos ceñimos a los hechos concretos, esta ciencia se convierte en una inacabable película, una inabarcable novela, con sucesos increíbles y finales inesperados. El problema radica en que su sentido es diferente en cuanto a quien sea su narrador, privilegio reservado tradicionalmente para los vencedores, para los fuertes, para aquellos que están en la cima en el momento en que se escribe. Es por ello que hay que ir con cuidado con las interpretaciones subjetivas (casi siempre) que encontramos en los documentos históricos. El fin de esta página es; primero, entretenerme yo y después intentar entretener a quien la lea. Me he tomado la molestia de preparar un surtido número de links para que, quien lo desee, pueda comprobar si mis reflexiones son ciertas o no lo son.



En Rennes le chateau

sábado, 20 de octubre de 2007

EGIPTO V (IMPERIO ANTIGUO)

Meseta de Gizeh



Muchos consideran a la dinastía XIX, dinastía del gran Ramsés II, en el Imperio Nuevo, como la "Edad de Oro" de Egipto. Yo no estoy de acuerdo con eso. Y no porque este tiempo no me parezca fabuloso, sino porque hay otro, más de mil años anterior a éste, donde ocurrieron hechos extraordinarios, la mayoría perdidos u ocultos entre la enmarañada tela del paso del tiempo. Fue un tiempo único, irrepetible, donde se dieron todos los requisitos para hacer posible algo tan extraordinario como la Gran Pirámide, símbolo eterno de Egipto junto a su fiel custodia, La Esfinge, y sus dos inseparables compañeras, las pirámides de Kefrén y Micerinos. Las construcciones de la meseta de Gizeh suponen un hito arquitectónico extraordinario incluso para nuestra moderna y avanzada tecnología, sin olvidar que fueron concebidas dos mil años antes de la eclosión de la Grecia Clásica o el Imperio Romano. Un tiempo donde los faraones ostentaban un poder total (exceptuando un par de pequeñas crisis políticas), sus arcas reales rebosaban de riquezas y disponían de abundante mano de obra humana, completamente dispuesta a trabajar para él, a quien consideraban, no olvidemos, un dios encarnado. Sin embargo, además de esta bonanza real, hacía falta algo más. Para hacer cosas extraordinarias hacen falta hombres extraordinarios. Y uno de los hombres más extraordinarios de Egipto apareció en escena justamente entonces. Imhotep, visir y arquitecto real del faraón Zoser, primer faraón del Imperio Antiguo. A Imhotep podríamos calificarlo como el Da Vinci egipcio. Un sabio en diferentes materias. Sacerdote, mago, médico, arquitecto, astrónomo o arquitecto, fue el primero en concebir la forma arquitectónica piramidal, que luego daría grandeza a Egipto. Llegó a ser divinizado tras su muerte y se puede encontrar en el panteón griego como Asclepio. La innovación de Imhotep cambiaría el paisaje de Egipto para siempre. Su opera magna, la pirámide escalonada de Sakkara, aún se yergue orgullosa y en bastante buen estado de conservación, a pesar de sus casi 5000 años de existencia (2650 a.c.). Él parece que fue quien sentó las bases arquitectónicas que llegarían a su apogeo con las tres formidables pirámides de Gizeh. Antes, Snefru, primer faraón de la IV Dinastía y padre de Keops, haría dos pirámides. Una, la acodada, a la que tuvo que rectificar la angulación de sus lados y la otra la pirámide roja de Dashur, primera auténtica pirámide de la historia con las paredes lisas. El reinado de Snefru fue de gran bonanza y este faraón fue muy querido por el pueblo. Tras él, su sucesor Keops (Jufú) construiría la maravilla de las maravillas: La Gran Pirámide. E inmediatamente después La Esfinge y las otras dos pirámides de Gizeh, la de Kefrén (Jafre) y Micerinos (Menkaura). Entonces estaríamos en el, para mí, apogeo de "La edad de oro" de Egipto. Un tiempo casi mítico,
lejano en el recuerdo de las más antiguas memorias, de gran sabiduría y bonanza para el pueblo egipcio, que quedó como ejemplo de lo que debiera ser el gobierno de un faraón para con su pueblo, pues así lo recogían las tradiciones. Cuando algo extraordinario sucedía en Egipto, se solía usar la frase: "Desde tiempos de Snefru que no se veía algo así". Notese pues con ello el influjo que esta época tuvo para todos los que la sucedieron. Con el fin de la V Dinastía, que nos deja las preciosas inscripciones en la deteriorada pirámide de Unas, conocidas como "Los textos de las pirámides", finaliza también definitivamente esa "Edad de oro". La VI Dinastía empezará a sufrir los excesos y el derroche de los anteriores faraones, así como sacerdotes y nobleza alcanzarán alto grado de poder, logrando poner en jaque al faraón. La VII y la VIII serán las que contemplarán el caos, llegando con ello al fin del Imperio Antiguo. Hay quien afirma que la VII Dinastía no fue más que un consejo de nobles que gobernó durante algo más de dos meses. Como dijo Maneton, "70 reyes que gobernaron 70 días". Un rey por día no es lógico. Posiblemente los nobles debieron hacerse cargo del gobierno temporalmente hasta que se diese una sucesion real satisfactoria.
Fue el fin de una historia maravillosa