Se han vertido ríos de tinta sobre lo que pudo acaecer en la pequeña población de Rennes-Le chateau a finales del siglo XIX. Ríos de tinta entre los que se encuentra “El enigma Sagrado” y el best seller mundial “El código Da Vinci” como principales referencias. Huelga decir que Dan Brown fue fiel a la historia mientras esta complementaba su relato, pero que tampoco tuvo problemas en “inventar” todo aquello que necesitaba cuando la historia no se adecuaba a su trama. Así pues, ¿cuánto de verdad hay, de lo que se cuenta sobre las peripecias del Abad Saunier?
François Berenguer Saunier fue destinado a Rennes-Le chateau a finales del siglo XIX, para « hacerse cargo » de la Iglesia de esta pequeña localidad. El abad procedía de una familia humilde y su posición económica no era ni mucho menos holgada. Sin embargo, un tiempo después, Saunier comenzó a manejar dinero de una forma sorprendente. Diríase que como llovido del cielo. Y prueba de ello es la remodelación de la pequeña iglesia o la construcción de la Torre Magdala o de “Villa Betania” (esta última preciosa, con su propio jardín donde fuera enterrado el mismo Saunier).
El problema reside en las diferentes teorías sobre la procedencia de ese dinero al que, por su condición humilde, jamás podría haber tenido acceso. Existen hipótesis hasta la extenuación del lector. Algunas auténticamente descabelladas. Pero han sido un par de ellas las que más fuerza han adquirido. Una trata sobre el supuesto hallazgo de un tesoro templario, junto a algunos documentos comprometedores para la iglesia (sin aclararse mucho en qué aspecto la comprometían) que permitieron al abad realizar las obras en Rennes-Le chateau, dejando algunos “detalles velados” de su hallazgo. La otra hipótesis trata de unas genealogías que Saunier pudo encontrar en el interior de una columna, y que llegaban hasta el mismísimo Jesucristo (esta fue la utilizada por Dan Brown). Se supone que el Vaticano “adquirió” esas genealogías a cambio de una suculenta suma de dinero, parte del cual el Abad invertiría en “dejar” constancia de su hallazgo, en las obras que emprendió. Al no poder revelar su descubrimiento, se supone que dejó mensajes encriptados o velados, tanto en la iglesia como en la torre y la villa. Siendo fiel a la verdad, hay que reconocer que aquella pequeña iglesia no tiene parangón con ninguna otra, en cuanto a ciertas peculiaridades. La mayor de todas es la presencia de un demonio asmodeo en el interior de la iglesia, representación única en todo el mundo. Y es mucho más desconcertante en cuanto a que este demonio forma parte de la pila bautismal.
Justo encima de este demonio (sobre él y formando parte también de la pila bautismal) encontramos otra peculiaridad. Bien podría entenderse como una alusión al emperador Constantino. Es conocida la leyenda de este emperador cuando se le apareció un ángel, mostrándole una cruz y diciendo: “Por este signo vencerás”. Pues lo que hay sobre este demonio son 4 ángeles formando una cruz (y con otra cruz sobre ellos), a cuyos pies se puede leer esta inscripción: “Par ce signe tu le vaincras” (Por este signo tú le vencerás). Sin duda, se trata de un guiño de Saunier a Constantino. Por si fuera poco, dos de los ángeles adoptan una clara postura militar. Pero esto mejor dejarlo para otra ocasión.
Que nada más entrar a una iglesia seas recibido por un demonio, desde la pila bautismal, ya es sorprendente por sí mismo, pero si además hay inscrita una leyenda en el dintel de la iglesia que dice “Terribilis est locus iste” (Este lugar es terrible), entonces uno empieza a encontrar el asunto desconcertante.
Pongo esta imagen hallada en la red, donde se observa la inscripción mejor que en la mía
También resulta evidente la devoción del abad por la Magdalena. La iglesia misma esta dedicada a ella, donde posee representación propia. Además, Saunier construiría en honor de María Magdalena una torre maciza de piedra, que llevaría su mismo nombre, “Torre de Magdala”
En esta devoción, algunos quieren ver que los supuestos documentos que halló Saunier relacionarían a la Magdalena con Jesús hasta el punto de ser la madre de sus descendientes. Es decir, María Magdalena encabezaría esas supuestas genealogías. Se supone que la iglesia le pagaría por su silencio, pero que Saunier utilizaría ese dinero para decir su verdad de forma velada en las obras que emprendió. Esa sería la columna vertebral tanto de “El enigma Sagrado” como de “El código Da Vinci”Parte superior de Villa Betania, junto al torreón, desde donde se observa el bello paisaje del país cátaro
Llegando al terreno de las conclusiones (Terribilis est locus iste), he de decir que sí creo que el abad encontraría algo. Quizás oro de algún pequeño tesoro templario o cátaro. Quizás algún documento valioso para la Iglesia. No lo sé. Pero lo que es evidente es que casi de un día para otro, el abad pasó de humilde a adinerado. También es evidente que Saunier tenía devoción por la Magdalena, sin embargo nadie asegura que esa devoción se originara allí. Quizá ya antes el abad era devoto de María Magdalena. O quizá esa devoción sí se originó allí, pero no por ningún hallazgo de ningún tipo, sino porque esa misma iglesia ya estaba dedicada a la Magdalena antes de su llegada y ello pudo influirle en la percepción de este personaje. Tampoco lo sé, pero la devoción del abad por la Magdalena, además de ese supuesto hallazgo de las citadas genealogías, se puede explicar de muchas otras formas.
François Berenguer Saunier fue destinado a Rennes-Le chateau a finales del siglo XIX, para « hacerse cargo » de la Iglesia de esta pequeña localidad. El abad procedía de una familia humilde y su posición económica no era ni mucho menos holgada. Sin embargo, un tiempo después, Saunier comenzó a manejar dinero de una forma sorprendente. Diríase que como llovido del cielo. Y prueba de ello es la remodelación de la pequeña iglesia o la construcción de la Torre Magdala o de “Villa Betania” (esta última preciosa, con su propio jardín donde fuera enterrado el mismo Saunier).
El problema reside en las diferentes teorías sobre la procedencia de ese dinero al que, por su condición humilde, jamás podría haber tenido acceso. Existen hipótesis hasta la extenuación del lector. Algunas auténticamente descabelladas. Pero han sido un par de ellas las que más fuerza han adquirido. Una trata sobre el supuesto hallazgo de un tesoro templario, junto a algunos documentos comprometedores para la iglesia (sin aclararse mucho en qué aspecto la comprometían) que permitieron al abad realizar las obras en Rennes-Le chateau, dejando algunos “detalles velados” de su hallazgo. La otra hipótesis trata de unas genealogías que Saunier pudo encontrar en el interior de una columna, y que llegaban hasta el mismísimo Jesucristo (esta fue la utilizada por Dan Brown). Se supone que el Vaticano “adquirió” esas genealogías a cambio de una suculenta suma de dinero, parte del cual el Abad invertiría en “dejar” constancia de su hallazgo, en las obras que emprendió. Al no poder revelar su descubrimiento, se supone que dejó mensajes encriptados o velados, tanto en la iglesia como en la torre y la villa. Siendo fiel a la verdad, hay que reconocer que aquella pequeña iglesia no tiene parangón con ninguna otra, en cuanto a ciertas peculiaridades. La mayor de todas es la presencia de un demonio asmodeo en el interior de la iglesia, representación única en todo el mundo. Y es mucho más desconcertante en cuanto a que este demonio forma parte de la pila bautismal.
Justo encima de este demonio (sobre él y formando parte también de la pila bautismal) encontramos otra peculiaridad. Bien podría entenderse como una alusión al emperador Constantino. Es conocida la leyenda de este emperador cuando se le apareció un ángel, mostrándole una cruz y diciendo: “Por este signo vencerás”. Pues lo que hay sobre este demonio son 4 ángeles formando una cruz (y con otra cruz sobre ellos), a cuyos pies se puede leer esta inscripción: “Par ce signe tu le vaincras” (Por este signo tú le vencerás). Sin duda, se trata de un guiño de Saunier a Constantino. Por si fuera poco, dos de los ángeles adoptan una clara postura militar. Pero esto mejor dejarlo para otra ocasión.
Que nada más entrar a una iglesia seas recibido por un demonio, desde la pila bautismal, ya es sorprendente por sí mismo, pero si además hay inscrita una leyenda en el dintel de la iglesia que dice “Terribilis est locus iste” (Este lugar es terrible), entonces uno empieza a encontrar el asunto desconcertante.
Pongo esta imagen hallada en la red, donde se observa la inscripción mejor que en la mía
También resulta evidente la devoción del abad por la Magdalena. La iglesia misma esta dedicada a ella, donde posee representación propia. Además, Saunier construiría en honor de María Magdalena una torre maciza de piedra, que llevaría su mismo nombre, “Torre de Magdala”
En esta devoción, algunos quieren ver que los supuestos documentos que halló Saunier relacionarían a la Magdalena con Jesús hasta el punto de ser la madre de sus descendientes. Es decir, María Magdalena encabezaría esas supuestas genealogías. Se supone que la iglesia le pagaría por su silencio, pero que Saunier utilizaría ese dinero para decir su verdad de forma velada en las obras que emprendió. Esa sería la columna vertebral tanto de “El enigma Sagrado” como de “El código Da Vinci”Parte superior de Villa Betania, junto al torreón, desde donde se observa el bello paisaje del país cátaro
Llegando al terreno de las conclusiones (Terribilis est locus iste), he de decir que sí creo que el abad encontraría algo. Quizás oro de algún pequeño tesoro templario o cátaro. Quizás algún documento valioso para la Iglesia. No lo sé. Pero lo que es evidente es que casi de un día para otro, el abad pasó de humilde a adinerado. También es evidente que Saunier tenía devoción por la Magdalena, sin embargo nadie asegura que esa devoción se originara allí. Quizá ya antes el abad era devoto de María Magdalena. O quizá esa devoción sí se originó allí, pero no por ningún hallazgo de ningún tipo, sino porque esa misma iglesia ya estaba dedicada a la Magdalena antes de su llegada y ello pudo influirle en la percepción de este personaje. Tampoco lo sé, pero la devoción del abad por la Magdalena, además de ese supuesto hallazgo de las citadas genealogías, se puede explicar de muchas otras formas.
Entonces, resumiendo mi opinión, puede que sí encontrase un pequeño tesoro, bien con un valor real (oro, joyas, etc) o con otro diferente (documentos valiosos para la iglesia por los que fue recompensado). Gran parte de ese dinero lo destinó a un personaje que sin duda adoraba, María Magdalena. Convencido de que este personaje era mucho más importante de lo que la Iglesia estaba dispuesta a concederle, le hizo un pequeño homenaje encriptado en las construcciones que emprendió en Rennes-Le chateau.