UN ENTRETENIDO PASEO POR LA HISTORIA

Historia es todo lo que existe y todo lo que ha existido. Hasta aquello que está por venir acabará convirtiéndose en ella también. Es la ciencia que contiene todas las demás, pues cualquiera de ellas forma parte de sus entrañas. Si somos flexibles en cuanto a nuestro estudio de fechas y nombres, y nos ceñimos a los hechos concretos, esta ciencia se convierte en una inacabable película, una inabarcable novela, con sucesos increíbles y finales inesperados. El problema radica en que su sentido es diferente en cuanto a quien sea su narrador, privilegio reservado tradicionalmente para los vencedores, para los fuertes, para aquellos que están en la cima en el momento en que se escribe. Es por ello que hay que ir con cuidado con las interpretaciones subjetivas (casi siempre) que encontramos en los documentos históricos. El fin de esta página es; primero, entretenerme yo y después intentar entretener a quien la lea. Me he tomado la molestia de preparar un surtido número de links para que, quien lo desee, pueda comprobar si mis reflexiones son ciertas o no lo son.



En Rennes le chateau

sábado, 22 de noviembre de 2008

TIERRA SANTA EN EL SIGLO I A.C.




UN POCO DE HISTORIA; PALESTINA EN EL SIGLO I A.C.

En el siglo II A.C., los judíos están bajo dominación seléucida, oprimidos incluso religiosamente. En el 166 A.C., se rebelan contra éstos y, por una serie de circunstancias (Antíoco IV muere y se intuye crisis interna seléucida) consiguen parte de sus objetivos, ya que firman un tratado por el que se les permite la libertad religiosa. Animados por este triunfo, ya no se conforman sólo con la libertad religiosa. Lucharán para obtener la libertad total. Esta dinastía, proveniente de Matatías, será conocida como de “los macabeos”. Será precisamente el hijo menor de Matatías, Simón, quien conseguirá esa anhelada libertad en el 142 A.C., iniciando con su hijo Juan Hicarno una nueva dinastía, la de “los asmoneos”. Esta dinastía irá conquistando más y más territorios hasta que, en las primeras décadas del siglo I A.C., casi puede equipararse al ámbito geográfico sobre el que reinó Salomón. Los judíos se sienten fuertes. Sin embargo, en el 63 A.C., entra un nuevo “invitado” a estas tierras. Es la incipiente y poderosa Roma. El general Cneo Pompeyo, aprovechando una crisis sucesoria asmonea, interviene en la región, dejándola bajo dominación romana. Algo más de dos décadas después, ante la amenaza parta a la región, Herodes es “colocado” como rey por Roma. Se trata de un peón del Imperio que no es bien acogido por el pueblo judío. Además, no tiene ningún vínculo con el linaje real asmoneo, hijo de un idumeo y una nabatea. Pese a todo, su reinado es próspero, aunque personalmente tuvo fama de cruel e imprevisible, reforzado esto por el hecho de que mandara asesinar a varios de sus hijos, a su mujer y a la familia de ésta, sospechando conspiraciones, que alguna vez sí fueron ciertas. Herodes muere poco antes de los Idus de Marzo del año 4 A.C. y su reino, pese a que él hubiera nombrado sucesor a su hijo Arquelao, es repartido por el emperador Octavio Augusto entre tres de sus hijos, Antipas, Filipo y el propio Arquelao. Aunque no hay una fecha exacta para el evento, en este tiempo nacerá Jesús.

Hay que hacer hincapié en el sentimiento de orgullo herido de aquel pueblo judío, que venía de la expansiva etapa asmonea y que chocó de frente con la potencia por excelencia, Roma, que lo devolvió a la dura realidad opresiva. Aquella libertad de la que gozaban hasta hacía bien poco, tanto política como religiosa, fue tremendamente recortada por el Imperio. Ni siquiera podían ya nombrar a su Sumo Sacerdote, algo que se preservaba el gobernador de la región. Tras Herodes ni siquiera tenían ya a nadie con el título de rey. Tampoco tenían potestad para condenar a muerte, algo que se preservaba también para sí el poder romano. Además, no se olvidaba tan fácilmente el ultraje cometido por los invasores romanos al mancillar con su presencia el “Sancta Santorum”, lugar al que sólo podía acceder el Sumo Sacerdote una vez al año. El mismo Pilatos introdujo estandartes con la imagen del Emperador en Jerusalén, en una nueva ofensa al orgullo judío. Sin duda, el ánimo de los judíos en aquellos tiempos andaba algo revuelto. No es pues de extrañar que anduvieran esperando la llegada de un Mesías, un nuevo rey, que les liberara del yugo romano y que devolviera a Israel al lugar que le correspondía, según sus propias creencias. Y en estas creencias precisamente se basaban para esperar la llegada de ese Libertador, interpretando las profecías vertidas en su texto sagrado por sus antiguos profetas. La llegada del “polémico” Pilatos al gobierno de Judea hizo subir esta tensión aún más si cabe. Con estos mimbres, no era pues de extrañar que a cada cierto tiempo apareciera un Mesías pretendiendo ser el anunciado por los profetas. Desde la llegada al poder de Herodes, hasta la toma de Jerusalén por Tito, se pueden contabilizar más de una veintena de supuestos Mesías.

INTRODUCCIÓN




Este trabajo pretende ser una investigación estrictamente histórica sobre “el mundo” en el que vivió Jesús de Nazaret, uno de los personajes más trascendentes en la historia del hombre, sin duda alguna. Se trata de un análisis general, de amplio espectro, que pretende englobar diversos marcos del momento. El geográfico, el social y económico, el ideológico y el político, así como el periodo inmediatamente anterior, para poder comprender situaciones que se plantean posteriormente. No es mi intención tocar el tema teológico, sino elaborar de forma “aséptica” una breve guía de ayuda para todos aquellos que quieran conocer de una forma sencilla el mundo en el que vivió Jesús. Para facilitar la comprensión al lector, empezaré con un breve resumen del siglo que precedió al nacimiento de Jesús.

La Gnosis y el gnosticismo (V)




CONCLUSIONES FINALES Y BIBLIOGRAFÍA

Es pues comprensible lo mucho que atrae al hombre moderno el ideario gnóstico. Una filosofía que se adapta a cualquier creencia, del tipo que sea. Individual, íntima, que pasa por uno mismo y que, además, dota de una chispa de divinidad al hombre. Tan atrayente que, con la debida reelaboración, puede penetrar también en el indefinible mundo del agnosticismo. Maniqueos, cátaros, bogomillos, mandeos…, entre otros, han sido durante la historia los que han rebrotado este pensamiento. En el caso de los cátaros reunía la dualidad irania con atisbos de cierto gnosticismo cristiano, aunque, obviamente, muchas cosas separan su pensamiento del de aquellos. Aún hoy día existen pequeños grupos de mandeísmo gnóstico. En fin, una lectura muy recomendable hasta para un ateo como yo e imprescindible para comprender algunos aspectos de la vida de los hombres que habitaron aquellos lugares tan llenos de historia, en los primeros siglos de la era común.


BIBLIOGRAFÍA


-Los Evangelios Gnósticos (César Vidal - 2005)
-Cristianismo primitivo y religiones mistéricas (Varios autores - 2007)
-El evangelio según Juan (Raymond E. Brown)
-Historia de la tradición sinóptica (R. Bultmann - 2000)

La Gnosis y el gnosticismo (IV)




CONTENIDO IDEOLÓGICO DE LA GNOSIS Y EL GNOSTICISMO

La gnosis está en otra escala diferente a la de las religiones. Quizá es más una “línea de pensamiento” o más concretamente un “modo de acercarse a lo divino”, sin importar cuál sea la religión en concreto, sirviendo tanto para las creencias orientales, judías, cristianas, griegas... El hecho identificativo de la gnosis estriba en el enfoque que le dan a la divinidad con respecto a la creación y el hombre. Explicándolo muy a grosso modo, para los gnósticos existió en un principio un ser supremo, un entre más allá de nuestro universo, por cuya voluntad fue creado precisamente el universo. Pero la creación del universo no es atribuida a ese ser supremo, sino a una entidad maligna que, fiel a su naturaleza, ha creado un universo malvado, hecho de perversa materia. Aquí es necesario hacer un inciso, ya que el gnosticismo adopta dos vertientes, el monismo y el dualismo. En el monismo, el ente maligno que crea el universo parte del mismo ser supremo, a quien desde entonces estará enfrentado. En el dualismo (por ejemplo, en las creencias iranias), el ente maligno es un ser independiente al ser supremo. Un igual. Las tinieblas y la luz, el bien y el mal. En fin, dos principios encontrados. Aunque, en la mayoría de ocasiones, es el monismo el que se impone. Así lo suscribe el señor Piñero en “Cristianismo primitivo y religiones mistéricas”

“Para la mayoría de sistemas (gnósticos)… existe en los orígenes un solo principio. Léase, Bien, Padre, Uno, Trascendencia, etc, que por un complicado proceso engendra indirectamente el principio del Mal, o mejor de la Deficiencia, o el Error a partir del cual se genera el Universo”


Así pues, adentrémonos en ese pensamiento gnóstico cristiano de los primeros siglos de nuestra era (justo aquello que debe ser denominado como gnosticismo). Para ello, habré de generalizar de nuevo, ya que la diversidad y riqueza ideológicas son abrumadoras. Por tanto, sabemos que creían en un ente “off-universe”, ser completo, de luz, que por un “error” (qué difícil es dar con la terminología adecuada) concede la existencia de otro ente antagónico a él, que será quien generará el universo material. Siendo, pues, maligno su creador, también lo será la creación. Creación que, sin embargo, tendrá esparcidos pequeños “pedacitos” de la divinidad, albergados en el interior de cada cuerpo humano. Esas chispas divinas de luz, en medio de las tinieblas y la maldad del universo, habrán de ser encontradas, a fin de tomar verdadera conciencia de la propia divinidad y poder regresar a ella. Y para encontrar tal tesoro, no era necesario ni moverse, ya que tal tesoro estaba alojado dentro del propio cuerpo. Así pues, se trataba de una búsqueda interior, una reflexión en uno mismo, para tomar conciencia de que se formaba parte de un todo divino, del que un día fueron desgajados.

Hay que recalcar que el ser supremo originario es un ser inteligible, incomprensible, infinito, imposible tanto de entender como de explicar para los gnósticos. Dijérase que está en otro plano existencial, que hace imposible un contacto entre él y los hombres. Para aclararnos mejor, lo llamaremos padre. Este ser, mediante complicados procesos (explicados por cada grupo de distinta forma) logra generar una proyección de su propia divinidad hacia el mundo material. Esta proyección la llamaremos Hijo (también llamado Intelecto). Este Hijo es capaz de interactuar en los dos planos existenciales, tanto en el material (lucha contra las tinieblas y el mal) como en el extra material (cuando regresa y se une al padre). Responsable también de la proyección de este Hijo al mundo material es otro ente que no se puede obviar, el Silencio (también llamado Espíritu) que suele tener una acepción femenina y algunos grupos lo consideraban “la compañera silenciosa del Padre”. Es curioso que también el gnosticismo presente una suerte de Trinidad. Aunque es de distinta naturaleza a la que adoptaría el catolicismo, no deja de sorprender esta semejanza.

Estas proyecciones divinas al mundo de la materia son conocidas como eones. Según grupos gnósticos, el número de eones proyectados por el ser supremo puede variar. Estos eones conforman lo que es conocido como Pleroma, o sea, el porcentaje divino que el ser supremo ha decidido proyectar. También aquí se bifurcan dos caminos. Los que creían que esos eones no eran sustanciales, o sea, que no tenían una realidad más allá de sí mismas, sólo siendo meras proyecciones de la divinidad suprema (por ejemplo, los gnósticos setianos) y los que creían que sí la tenían, más allá de la divinidad propiamente dicha. Del mismo modo, también había mucha diversidad a la hora de establecer el número y jerarquía de ese citado Pleroma. En el gnosticismo valentiniano, por ejemplo, que se conoce bastante bien, había un número exacto de 30 eones para este Pleroma (2+2+4+10+12).

Una idea compartida por la práctica totalidad de los grupos gnósticos era que la creación de ese Pleroma, y del Universo mismo, había sido debido a la voluntad de comunicarse hacia el exterior del ser supremo. Sin embargo, al hacerlo, había provocado también la irrupción de las tinieblas y el mal. Este es un detalle muy significativo, ya que libera al hombre de su “pecado original”. Con este pensamiento teológico, el hombre ya no tiene ninguna deuda con la divinidad. Es por tanto evidente que tal concepción chocara frontalmente con la de la Iglesia católica y su redentor, pues para el gnosticismo cristiano Jesús nunca lo fue, sino que fue, podría decirse, un guía espiritual, un maestro de luz… Estos detalles son los que “marcan” al gnosticismo cristiano y los que a su vez acabarían condenándolo ante el poder católico, que no podía tolerar ideas como ésta. En el evangelio de Juan, según los entendidos, subyacen ideas gnósticas (expresión dualista, salvación mediante el conocimiento), aunque nunca podría considerarse como tal por su declarada aceptación de Jesús como redentor, algo inconcebible para los gnósticos. Por tanto, como se puede observar, muchas veces la línea que separaba esto o aquello era bastante borrosa.

La Gnosis y el gnosticismo (III)




RELACIÓN DE OBRAS GNÓSTICAS Y APÓCRIFAS


La relación de estas obras gnósticas y apócrifas, halladas en Nag Hammadi, consta de 13 códices con un volumen total de 51 obras, unas pocas de ellas repetidas en varios códices. Esta es la relación de obras por cada códice.

CODICE I- Oracion del Apostol Pablo. - Colofin.- Carta Apócrifa de Santiago.- Evangelio de la Verdad.- Tratado sobre la Resurrección.- Tratado tripartito. CODICE II- Apócrifo de Juan. - Evangelio de Tomas. - Evangelio de Felipe.- Gupostasis de los arcontes.- Escrito sin titulo.- Exegesis del alma.- Libro de Tomas el atleta.- Colofon. CODICE III- Apócrifo de Juan.- Evngelio de los Egipcios.- Eugnosto el Bienaventurado.- Sabiduria de Jesucristo.- Dialogo del Salvador. CODICE IV- Apócrifo de Juan.- Evangelio de los Egipcios. CODICE V- Eugnosto el Bienaventurado.- Apocalipsis de Pablo.- I Apocalipsis de Santiago.- II Apocalipsis de Santiago.- Apocalipsis de Adan. CODICE VI- Hechos de Pedro y de las doce Apostoles.- Bronté o el trueno.- Logos autentico.- Concepto de nuestra gran potencia.- Fragmento de La Republica de Platon.- Ogdoada y enneada.- Oración de Acción de Gracias.- Colofon.- Asclepio.
CODICE VII- Parafrasis de Sem.- II Tratado del gran Seth.- Apocalipsis de Pedro.- Enseñanzas de Silvano.- Colofon.- Tres Estelas de Seth.- Colofon. CODICE VIII- Zostriano.- Carta de Pedro a Felipe. CODICE IX- Melquisedec.- Norea.- Testimonio de Verdad. CODICE X- Narsabés. CODICE XI- Interpretación de la gnosis.- Exposición Valentiniana.- Uncióm.- Bautismo A.- Bautismo B.- Eucaristia A.- Eucaristia B.- Alógeno.- Hipséfrona.CODICE XII- Sentencias de Sexto.- Evangelio de Verdad. CODICE XIII- Protegnoia Trimorfa.- Escrito sin titulo

La Gnosis y el gnosticismo (II)





DATACIÓN y ORIGEN DE OBRAS GNÓSTICAS

Así pues, superado el capítulo de la terminología, centramos el análisis en la datación, el origen y la relación conocida de estas obras “gnósticas”.

- La datación siempre es objeto de controversia y de discusión, aunque se pueden sacar algunas conclusiones de entre las opiniones, en las que suelen coincidir los principales especialistas (que ya he citado antes y volveré a hacerlo más extensamente al final en la bibliografía). La primera de todas es que la redacción de los evangelios gnósticos (y en general los apócrifos) es más tardía que la de los cuatro canónicos, lo que no implica que también pudieran basarse en fuentes tan antiguas como lo hicieron los redactores de los canónicos. No todos, por supuesto, pero sí hay algunos que merecen mención especial. Por poner un ejemplo, en el evangelio de Tomás, el 66% de los “dichos de Jesús” (79 de 114) son idénticos a los que aparecen en los sinópticos de Mateo y Lucas, por lo que existe la sospecha de que los tres bebieran de una misma fuente más antigua que ellos, que quizá circulara como “Dichos de Jesús” (una especie de documento Q de dichos), aunque también cabe la posibilidad de que Tomás pudiese copiar de ambos sinópticos, aunque esta posibilidad es menos considerada, por la forma de redacción y las coincidencias (no olvidemos que Tomás presenta 35 dichos no registrados por aquellos dos). Por tanto, aunque las ideas gnósticas seguramente ya circularan durante el último cuarto del siglo I, sus primeras redacciones por escrito empezarían entre los años 115 y 125, proliferando en número rápidamente, ya que constituía una literatura amena (especialmente si nos referimos a los apócrifos de la infancia de Jesús o a los de la pasión y resurrección). Sabemos que en el 180, Ireneo de Lyon hizo una seria advertencia sobre el peligro que podían acarrear estos “otros” evangelios, en especial una serie de ellos, que confrontaba con la idea de una iglesia jerarquizada desde Pedro como “primera piedra” y que debía conceder autoridad y preeminencia a los altos cargos de esta iglesia. Como después explicaré, los gnósticos no necesitaban ni guías espirituales, ni templos donde acudir para buscar a la divinidad, ya que la suya era una búsqueda individual (sin intermediarios) e interior (el propio cuerpo era el templo que albergaba una chispa de divinidad). Si estás intentando formar una iglesia jerarquizada, las ideologías individualistas son sin duda un peligro.


- El origen del gnosticismo cristiano ha de buscarse expresamente tras la muerte de Jesús, ya que estamos hablando de “cristiano”. Algunos autores señalan que debió existir alguna especie de proto-gnosticismo precristiano, entroncado tanto al judaísmo como al pensamiento oriental dualista iranio (Bultmann, por ejemplo), aunque quizá no llegara a existir ese proto-gnosticismo y sólo fueron influencias de este pensamiento a posteriori. César Vidal, por ejemplo, está convencido de que la gnosis, como tal, tuvo orígenes mesopotámicos. Y resulta tan difícil dirimirlo, porque definir la ideología de los gnósticos lo es aún más, por la variedad y diversidad de ideas y grupos que lo conformaban, especialmente desde mediados del siglo II. Aunque del contenido del mensaje gnóstico también hablaré después, ya que requiere de un apartado especial por sí mismo. Así pues, deberíamos ubicar el origen entre finales del siglo I (como fecha más temprana) y principios del siglo II. El apogeo, entre el siglo II (es cuando emerge con fuerza esta ideología) y el siglo III (aún se mantiene boyante, aunque ya se adivinan malos tiempos). Y el final, en el siglo IV, tras los consiguientes concilios que lo acabarán condenando como herejía intolerable.

La Gnosis y el gnosticismo





INTRODUCCIÓN

Es sumamente complicado explicar con palabras lo que fue la “gnosis” y quiénes fueron los gnósticos de los primeros siglos de nuestra era. Es, más bien, casi una osadía por mi parte, ya que los auténticos eruditos (Bultmann, Piñero, Montserrat Torrents, el cubano Puente Ojea…) han necesitado libros y más libros para intentar arrojar luz al tema. Por ello, intentaré agudizar mi capacidad de síntesis, resumiendo cuanto me sea posible, aún sabiendo que en este tema no se puede ser breve y que va a estar incompleto.

Dicho esto, empezaremos por lo más básico, la terminología por sí misma.

“Gnosis” es un sustantivo griego cuya traducción más acertada sería “Conocimiento”. Procede del verbo “Gignósko”, cuyo significado es “Conocer”, de donde procede igualmente el término “Gnostikós” (gnóstico), que podría ser traducido como “Conocedor” o “Iniciado”. Sin embargo, el sentido moderno del término “gnosticismo”, así como la utilización de dicha palabra para tal fin, surgió en el siglo XVIII, para referirse exclusivamente a las ideologías gnósticas que se desarrollaron en los siglos segundo y tercero de nuestra era. Por ello es importante incidir en la diferencia de significado entre gnosis (conjunto de ideas teológicas encaminadas a la búsqueda de la divinidad en el propio interior) y gnosticismo (práctica de esas ideas llevada a cabo en los primeros siglos de nuestra era por grupos minoritarios, que se consideraban la auténtica élite cristiana).

Es importante reseñar que jamás se puede entroncar ni relacionar la gnosis cristiana de los primeros siglos de nuestra era con modernas interpretaciones teosóficas y esotéricas, aunque tengan unos pocos puntos en común. El mismo Piñero lo aclara de este modo:

“Bajo la palabra gnosis no nos referiremos aquí de ningún modo a los conocimientos secretos, esotéricos, que dicen impartir hoy ciertos grupos teosóficos o antroposóficos, que muestran alguna concomitancia con la gnosis de los siglos primero y segundo de nuestra era, pero cuya base filosófica y teológica es muy distinta…” (Cristianismo primitivo y religiones mistéricas -pag 198-)